Gracias Dios,
porque al final del día
podemos agradecerte
los méritos de tu muerte
y el Pan de la Eucaristía.
La plenitud de alegría,
de haber vivido tu Alianza,
la fe, el amor, la esperanza
y esta bondad de tu empeño,
de convertir nuestro sueño,
en una humilde alabanza.
Amén.